Frente a los bajos salarios y la inestabilidad que a menudo marcan su día a día, un grupo de trabajadoras del hogar en El Salvador ha encontrado en el emprendimiento una poderosa herramienta para mejorar sus ingresos y consolidar su autonomía económica. El sábado pasado, esta iniciativa cobró vida en el «Mercadito SIMUTRHRES», un espacio vibrante donde ofrecieron una variedad de productos artesanales elaborados por ellas mismas.
Impulsada por el Sindicato de Mujeres Trabajadoras del Hogar (SIMUTRHRES), esta feria busca no solo visibilizar el talento y esfuerzo de sus integrantes, sino también ofrecer una salida real a la precariedad. «Muchas de nosotras ganamos entre 170 y 200 dólares al mes, lo cual no alcanza para cubrir las necesidades básicas de nuestras familias. Por eso decidimos emprender», explica Erika Regalado, secretaria de organización de SIMUTRHRES.
Innovación y tradición en cada puesto
El «Mercadito» es un reflejo de la diversidad de talentos de estas mujeres. Desde jabones, champús, acondicionadores y lociones elaborados con extractos naturales (avena, arroz, romero, vitamina E) con precios que oscilan entre $3 y $3.50, hasta una tentadora oferta de alimentos y dulces típicos como elotes locos, plátanos asados, tostadas de plátano y cocadas. Los precios de estos productos comienzan en apenas $0.25, haciendo la oferta accesible para todos los bolsillos.
Cada emprendedora ha recibido capacitaciones en emprendedurismo y talleres de elaboración de productos, brindados a través de SIMUTRHRES con el apoyo de organizaciones como la Fundación Círculo Solidario. Además, se les forma en derechos humanos y laborales, y en oficios como panadería y cuidado de personas mayores.
Historias de superación y resistencia
El impacto de esta iniciativa se siente en cada historia. Doña Morena De León, de 63 años, quien ha sido trabajadora doméstica desde muy joven, inició su emprendimiento de tejidos en crochet hace cinco años. «Yo sola aprendí a elaborar carteras y bolsos», cuenta, orgullosa de sus creaciones. A sus 63 años, y formando parte del grupo «Aromas de relajación» que elabora productos de cuidado personal, Doña Morena ve el emprendimiento como una tabla de salvación: «Necesitaba cómo vivir, porque a una persona que pasa de 50 años ya no le quieren dar trabajo. Ahora ya solo hago trabajo doméstico tres días a la semana».
Yanira Ramón, de 58 años, detalla el minucioso proceso de elaboración de los jabones: «Usamos glicerina transparente, vitamina E. Preparamos la avena con arroz, es algo que nosotras mismas preparamos, se le saca el extracto y se agrega el espumante». Para Gloria Luz Melara, quien vende dulces típicos y encurtidos, estos espacios son vitales: «Trabajamos en casa de lunes a viernes y el fin de semana podemos aprovechar para generar otros ingresos».
Un grito por la dignificación y el reconocimiento
El «Mercadito», que se desarrolló en la Colonia San Luis, San Salvador, y estuvo abierto al público hasta el mediodía, busca ser una actividad recurrente. Sus organizadoras planean realizarlo quincenalmente y buscan el apoyo del gobierno local para llevar la iniciativa a diferentes zonas del municipio, animando a más asociadas a sumarse.
A pesar de la esencial labor que desempeñan en la sociedad —cuidando niños, personas mayores y el hogar— las trabajadoras domésticas denuncian que su trabajo no es reconocido ni valorado como debería. «Sin nosotras, muchas personas no podrían ir a sus trabajos, porque no tendrían con quién dejar a sus hijos o a sus padres. Aun así, no se nos garantiza el acceso a prestaciones laborales justas», exponen.
Para estas mujeres, iniciativas como el «Mercadito» son más que una alternativa económica; son un acto de dignificación y empoderamiento para un sector históricamente invisibilizado. «El emprendimiento no es un lujo para nosotras, es una necesidad para sobrevivir», concluye Doña Morena. Margarita Munguilla, fundadora del sindicato y capacitadora, enfatiza la importancia de superar el «silencio laboral» y fortalecer la autoestima para abordar sin temor los desafíos que enfrentan.
Fuente: El Salvador